Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 30 de abril de 1870
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Vinader y al Sr. Figueras
Número y páginas del Diario de Sesiones: 270, 7.585, 7.586
Tema: Internación en Francia de los españoles

El Sr. Ministro de ESTADO (Sagasta): Pocas palabras tengo que decir en contestación a la pregunta que el señor Vinader ha dirigido, valiéndose del medio de la interpelación para hacerla con más extensión. S. S. supone que las autoridades francesas han atropellado a algunos españoles que querían atravesar la frontera para vivir tranquilamente en nuestro país. Yo a eso debo contestar que S.S. está equivocado; las autoridades francesas no se han metido con ningún español, no han puesto obstáculo a ningún español que haya querido venir a vivir tranquilamente en España, y que antes no haya abusado de la ley de hospitalidad que se lo concedía allí. Es verdad que el Gobierno francés ha internado a algunos españoles; ¿pero cree S.S. que esos españoles eran inocentes? ¿Cree que no venían a perturbar la tranquilidad?

Pues bien, voy á decir á S.S. que, según mis noticias, las autoridades francesas tenían conocimiento de que esas personas venían después de una junta celebrada en [7585] el extranjero, en la cual se decidió el rompimiento del general carlista Cabrera. Con este motivo, y pensando que con este antiguo caudillo tenían algunos elementos reunidos, bastantes para producir una perturbación en este país, los que se han separado de Cabrera creyeron que era el momento oportuno de hacer algo, por temor de que ese rompimiento perjudicara o hiciera perder ciertos elementos con que podía contar el antiguo caudillo. Y es verdad que de esa junta vinieron algunos insensatos a Espada para hacer algo perturbando la tranquilidad del país.

Las autoridades francesas tuvieron conocimiento de eso y lo impidieron. Pero para que vea el Sr. Vinader con cuánta razón y justicia las autoridades francesas procedían, es que entre esas personas internadas, alguna de las más importantes, quizá aquella cuya internación sienta más S. S., que tiene un nombre muy conocido en el carlismo, esa persona fue acogida con una cédula que no era la suya, y tan mal hecha, que apareciendo como que era cédula de Madrid, no podía traer la fecha que traía. Hacía dos días que se había hecho la cédula en Bélgica, es decir, tres días antes de llegar a la frontera, y se figuraba en ella que era de un señor que vivía en la calle de la Luna me parece, de Madrid, y que venía a atravesar la frontera desde Suiza, pasando por Bélgica para llegar a Perpiñán tres días después de extendida la cédula en Madrid lo cual era imposible.

Pues bien, esto es lo que ha pasado. Por lo demás, pierda cuidado el Sr. Vinader: las autoridades proceden con tal parsimonia en este punto, que más bien dejan moverse a los conspiradores en la duda de si pueden lastimar en lo más mínimo a los ciudadanos pacíficos, y es muy difícil hacer que las autoridades francesas internen y molesten a los ciudadanos españoles que no tienen la evidencia y la seguridad de que en efecto son conspiradores, y de que van a hacer uso de los medios de conspiración viniendo a España. Fuera de eso, las autoridades francesas no se meten con nadie; y si no, aquí estamos viendo muchas personas españolas que van y vienen a Francia constantemente, porque ya se sabe el movimiento de personas que van y vienen de Francia. Pues bien, ¿ha oído algún Sr. Diputado a sus amigos, o las muchas relaciones que tendría con personas que vayan desde aquí a Francia y vuelvan de Francia a aquí, les han oído que les haya molestado ninguna autoridad francesa? Al contrario, para que las autoridades francesas molesten a un español es, necesario darles tantas pruebas, ponerles tan patente la conspiración, que sino, las autoridades francesas no hacen nada, y hacen muy bien.

Por consiguiente, yo rechazo la calificación de arbitrarias que el Sr. Vinader ha hecho de las autoridades francesas. En este punto las autoridades francesas proceden con gran parsimonia, y hasta ahora ha habido muchos conspiradores que se han escapado de la vigilancia de las autoridades franceses; pero no ha habido un ciudadano español siquiera que sea pacífico, que haya sufrido ningún inconveniente por una precipitación o ligereza de aquellas autoridades.

Yo rechazo, por consiguiente, vuelvo a decir, la calificación de arbitrarias que el Sr. Vinader ha dado a las disposiciones de algunas autoridades francesas. Por el contrario, yo manifiesto desde aquí mi agradecimiento al Gobierno de aquel país por la parsimonia con que procede en esto, no molestando en manera alguna a los españoles que van allí por recreo o a negocios y a cosas lícitas y legales, y por la actitud que ha tomado respecto de todos aquellos que quieren venir a perturbar la tranquilidad de este país para daño suyo y de la nación.

Puede suceder que algunos españoles de los que se llaman carlistas vengan también ahora con ánimo de quedarse en España y de vivir tranquilamente hasta ver si llega su Mesías, porque hay algunos a quienes el rompimiento con Cabrera les ha quitado las ilusiones por algún tiempo, y se vienen; pero como han estado conspirando constantemente a ciencia y paciencia de las autoridades, al llegar ahora a la frontera, las autoridades francesas que los conocen como tales conspiradores, que los han visto conspirar, no saben si en efecto vienen a emplear los medios de conspiración aquí o si vienen a vivir tranquilamente. Que lo digan a las autoridades francesas; que lo digan a nuestros cónsules, a nuestro representante; que lo digan al Gobierno español: el Gobierno español, no sólo no se meterá con ellos, sino que hará que se les guarde las consideraciones que quiere el Gobierno se guarden a todos los ciudadanos españoles. El Gobierno no tiene ningún Interés en que haya ningún compatriota en el extranjero; al contrario, desea que todos vengan a España.

De modo que todo el que quiera venir a vivir tranquilamente, puede hacerlo diciéndolo; que enhorabuena. Y ha habido españoles carlistas que han estado conspirando hasta cierto punto; se han desengañado y lo han dicho al Gobierno, y se han presentado a representantes, y ha habido un carlista que me ha escrito a mí siendo Ministro de Gobernación, y me ha dicho que es verdad que había estado conspirando; pero que ya no volvería a conspirar, que deseaba volver a su casa a vivir con su familia y a cuidar de sus intereses. " Pues vuelva Vd., le he dicho, nadie se meterá con Vd.:" y es una persona importante, y que está en una posición importante, y ha vuelto, y nadie se ha metido con él. Pero ¿qué quiere el Sr. Vinader; que si entre esas personas que conspiran hay alguna que quiera vivir tranquilamente, el Gobierno francés lo conozca sólo por su linda cara? Que se lo diga, que se lo diga a nuestro representante, que se lo diga al Gobierno. ¿Por qué no lo dicen?

Yo tengo la seguridad, y téngala también el Sr. Vinader, de que ninguno de los internados lo ha sido injustamente. Ellos dirán lo que quieran ahora; pero es la verdad que todo el que ha sido internado ha estado conspirando a ciencia y paciencia del Gobierno y de las autoridades francesas, y ahora venían la mayor parte de ellos con cédulas falsas hechas en Bélgica. No vendrían, con muy unas intenciones cuando personas conocidas se valían de nombres supuestos, de cédulas falsas, para atravesar la frontera, y cuando no se tienen cerradas las puertas a ningún español. Y, en una palabra, que juren la Constitución, que respeten las leyes que el país se ha dado; hagan esa declaración, y estén seguros que ni las autoridades francesas ni el Gobierno español se meterá con ellos.



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